El futuro Reglamento de la Unión Europea en materia de lucha contra la deforestación genera una serie de cuestiones en la industria agrícola y en las cadenas de suministro que se van a ver afectadas por esa regulación, así como en algunas instituciones gubernamentales y no gubernamentales propias de cada país.
Antes de nada, es importante tener claro cuál es el objetivo de la nueva regulación, y no es otro que prohibir la importación de productos básicos o materias primas que causan deforestación, como el cacao, el café, el ganado, el aceite de palma, el caucho, la soja y la madera. Pero, ¿qué ha motivado a la Unión Europea a tomar estas medidas? Esta regulación está impulsada por un único motivo: los productos importados en Europa son responsables del 10-16 % de la deforestación mundial, lo que nos convierte en el segundo mayor importador de deforestación.
Esta medida no ha sido del todo bien recibida tanto por la industria agroalimentaria como por las empresas exportadoras e importadoras, los países exportadores y la cadena de suministro. No obstante, conlleva un procedimiento de diligencia debida muy riguroso que da a los operadores y comerciantes solamente 18 meses para su implementación, involucrando la cadena de suministro al completo tanto en los países productores extranjeros como en los países importadores de la propia Unión Europea.
Entre los aspectos que más preocupación ocasionan y que generan debate entre la opinión pública, cabe destacar, si están los países productores y exportadores preparados para los cambios, si han implementado nuevas prácticas y herramientas para cumplir con los nuevos requisitos, y si los pequeños operadores van a poder cumplir las nuevas reglas.
En primer lugar, tanto los países productores como los exportadores necesitan recursos, inversiones y tecnología para implementar correctamente la nueva regulación. Además, es necesario, por parte de las Instituciones, que se dé tiempo suficiente, sobre todo a los países exportadores y a los pequeños productores para poder ejecutar de manera efectiva la regulación.
En segundo lugar, para que las empresas de los países productores y la Unión Europea junto con los Estados Miembros puedan adoptar el nuevo Reglamento, es necesario que se aclare de qué manera estas entidades deben participar en un proceso proactivo, que disponga de suficientes recursos humanos, financiación e inversión tecnológica.
De igual manera, los pequeños productores y las medianas empresas deben recibir el apoyo suficiente para implementar todos los requisitos necesarios sin soportar un coste más elevado y disponiendo de más tiempo para cumplir los requerimientos. De esta manera, el comercio entre la Unión Europea y los países productores se verá beneficiado en términos de sostenibilidad, mayor productividad, prosperidad y mejores condiciones de vida.
En conclusión, la nueva regulación puede ser un paso positivo por el que la Unión Europea establece unos estrictos requisitos de diligencia debida para luchar contra la deforestación, independientemente de si es legal o ilegal, mediante estrategias de trazabilidad que vinculan los productos básicos con las tierras de cultivo donde se produjeron, pero ¿estamos preparados? Lo que está claro es que va a suponer importantísimos cambios en la industria, y es el deber de todos los agentes implicados, empezar a rodar el modelo cuanto antes.
La Unión Europea ha pasado de un enfoque voluntario a uno regulatorio para limitar la deforestación, pero es necesario generar confianza dentro del propio sector mediante la colaboración de los diversos actores implicados para logar conjuntamente objetivos ambientales, económicos, sociales y de suministro, ya que los problemas de sostenibilidad son una responsabilidad compartida entre todos.
Irene Castillo
Asesor científico