Se produce a partir de la pulpa del fruto de la palma aceitera (Elaeis Guineensis), un árbol que se cultiva en climas tropicales. Su fruto, del tamaño de una aceituna grande, es de color rojizo debido a su alto contenido de betacaroteno.
Tiene una sola semilla o nuez, que se utiliza para producir aceite de nuez de palma, también llamado aceite de palmiste. Ambos aceites difieren significativamente en su composición de ácidos grasos, a pesar de tener el mismo origen botánico.
Registra el mayor volumen de producción de todos los aceites vegetales, pues una palmera produce 40 kilogramos de aceite de palma al año. En 20 años, su producción mundial se ha cuadriplicado, pasando de 15,2 millones de toneladas (1995) a 62,6 millones de toneladas (2015)
Este aceite se puede utilizar tanto crudo como refinado. De hecho, en torno a la cuarta parte del aceite de palma en todo el mundo se utiliza crudo. Sin embargo, en Europa y Estados Unidos se suele vender y consumir en su forma refinada, después de haber sido blanqueado y desodorizado, lo que mejora sus propiedades organolépticas y aumenta su estabilidad.
De los casi 7 millones de toneladas de aceite de palma que consumieron los europeos en 2015, el 33% se empleó como ingrediente en la industria alimentaria: margarina, bollería, chocolate y derivados, helados, algunos productos de pastelería y platos preparados, entre otros. La mayor parte del aceite de palma se utiliza en Europa para consumos no alimentarios, principalmente para la generación de biodiésel (casi un 50%), así como para electricidad, oleoquímica y alimentación animal (un 18% en total). (Fuente: Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible a partir de datos de FEDIOL -Federación Europea de Aceites y Oleaginosas)
China, India y la Unión Europea son sus principales consumidores y sus importaciones supusieron casi el 50% del cómputo global.
El uso de aceite de palma en la nutrición humana se remonta a hace más de 5.000 años. Desde el punto de vista nutricional, el aceite de palma no conlleva ningún riesgo cuando se incluye dentro de una dieta equilibrada. De hecho, todos los alimentos que se comercializan en el mercado en la Unión Europea pasan estrictos controles de calidad y existe una legislación estricta de obligado cumplimiento por parte de los actores implicados en la cadena alimentaria.
Además, como ingrediente de un alimento, esto tiene que quedar indicado en el etiquetado. Según el Reglamento de Información al Consumidor de la UE 1169/2011, la etiqueta debe identificar los tipos específicos de aceites vegetales que se utilicen. Por ejemplo, “aceite vegetal (girasol, palma y colza) en proporciones variables”.
En cuanto a la composición, todas las grasas contienen ácidos grasos saturados e insaturados. En el caso del aceite de palma, cuenta con un 50% de grasas saturadas y el otro 50% de grasas insaturadas (40% de oleico y 10% de linoleico, fuentes de omega 9 y 6. Precisamente el omega 6 es uno de los ácidos grasos esenciales del organismo humano). (Fuente: Fedepalma).
Su proporción de ácidos grasos saturados es inferior al de otras grasas de similar aplicación como coco (92%), mantequilla (65%), manteca de cacao (62%), grasa de cerdo (55%) y sebo (54%).
La relación entre la dieta y la salud tiene que ser considerada teniendo en cuenta la dieta en su conjunto y no por la evaluación de los distintos alimentos. Los nutricionistas recomiendan ingerir un 30% de la energía del día en grasa (un 20% de grasas insaturadas y un 10% saturadas). (Fuente: Cra-Nut e INRAN). Como ejemplo, en una dieta media de 2.000 kcal al día, 600 kcal (67 g) pueden derivar de grasas, 200 kcal de las cuales (22 g) como máximo pueden ser saturadas.
Por su parte, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aconseja que un 20%–35% de la ingesta energética diaria sea grasa (2010), mientras que la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas lo cuantifica entre 15%-35% (2010).
El crecimiento de los volúmenes de producción de aceite de palma ha tenido un fuerte impacto en términos de conversión de los bosques en sus principales países productores. La sustitución del aceite de palma por otro aceite vegetal o grasa animal requeriría del uso de más superficie de cultivo, una medida que sería contraproducente para el ecosistema, ya que las empresas tendrían que comprar aceites alternativos que utilizan hasta nueve veces más tierra, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Para esta entidad, para reducir el impacto de la producción sobre las selvas, los trabajadores y las comunidades. La producción y su uso sostenible ayuda a mantener o mejorar los valores biológicos, ecológicos y sociales en los países de origen.
Precisamente, la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible nace para representar los intereses de las compañías comprometidas con la utilización del aceite de palma sostenible, e intentar que el resto de empresas pasen a utilizar este tipo de aceite.
Con el compromiso de sostenibilidad como emblema, Dinamarca, Francia, Alemania, Países Bajos y Reino Unido, en 2015, e Italia en 2017, han firmado la Declaración de Amsterdam en apoyo al aceite de palma completamente sostenible en la cadena de suministro en 2020. La Declaración propugna un diálogo anual con la Comisión Europea al respecto, que las empresas europeas apliquen las Directrices de la OCDE para las Empresas Multinacionales y, en particular, la próxima Directriz de la FAO y la OCDE para Cadenas de Abastecimiento Agrícolas, y que países importadores como China también ayuden a fortalecer la producción responsable y sostenible.
El aceite de palma es muy versátil, por lo que es utilizado como materia prima en gran cantidad de alimentos por aportar propiedades que no tienen los aceites líquidos. Contribuye a la palatabilidad, estabilidad térmica, resistencia a la oxidación y textura.
Mantiene sus características y se comporta mejor a altas temperaturas, por ejemplo, mientras se cocina, que otras grasas.
Evita el uso de antioxidantes o procesos de hidrogenación parcial para dar cuerpo a los aceites.
Apto para ser usado en productos con una larga vida útil, ya que ayuda a mantener más tiempo su sabor, estructura y consistencia.
Garantiza una mayor conservación de los alimentos y permite así reducir los desperdicios.
Al poseer un sabor y olor neutros, puede ser empleado en alimentos diversos.
No hay otra grasa vegetal que sea naturalmente semisólida a temperatura ambiente y que proporcionen las características del aceite de palma.
Otorga propiedades como textura suave, cremosa y crujiente, o facilidad a la hora de untarse.
Ingrediente versátil: puede fraccionarse en partes líquidas (oleínas) y sólidas (estearinas) que, combinadas con otros aceites, nos permite obtener texturas a medida para gran cantidad de productos alimentarios.
La versatilidad del aceite de palma permite mantener el aspecto de los productos alimentarios a diferentes temperaturas.
La Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible
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