Franco Martino. Presidente de la Fundación Española del Aceite de Palma
Desde que la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible comenzó su andadura en 2017, las empresas que la formamos hemos venido trabajando para ser escuchadas y poder explicar a la sociedad la compleja situación de este producto en el mundo. La percepción de los consumidores sobre los derivados de la palma aceitera es muy negativa y se ve constantemente afectada por informaciones sesgadas, cuando no directamente falsas, que se publican en medios de comunicación y en las redes sociales.
Estas informaciones no solamente afectan a nuestras industrias, sino que dañan el medio de vida de miles de personas en países en vías de desarrollo, principales productores de palma, que apuestan por este cultivo como forma de desarrollo económico y social para sacar a su población rural de la pobreza.
De este modo se obvia el trabajo que desde la Fundación realizamos en España, pero también a nivel europeo través de la Europea Palm Oil Alliance (EPOA) para que el suministro de este ingrediente se realice de forma ética, sostenible y trazable hasta origen y así se certifique por entidades independientes. Esta es una idea que se refleja ahora también en el Green Deal que la Unión Europea quiere impulsar, ya que recoge la responsabilidad que los países europeos deben tener sobre el impacto medioambiental de productos importados de países terceros. De hecho, nuestro principal objetivo es que el 100% del aceite de palma que entre en nuestro país sea certificado para finales de este año, una meta que vemos alcanzable, teniendo en cuenta que actualmente el 55% del aceite de palma que se utiliza ya está certificado.
Aunque desde multitud de plataformas se ha pedido boicotear el aceite de palma y eliminarlo de los alimentos, lo cierto es que actualmente no existe ningún producto con la versatilidad, el perfil nutricional y la disponibilidad que tiene el aceite de palma. Por ejemplo, algunos aceites como el de coco tienen mayores niveles de grasas saturadas, mientras que otros como el de karité tienen costes económicos y medioambientales muy elevados, por lo que no serían buenas alternativas para la producción alimentaria.
A nivel medioambiental, la palma aceitera es uno de los cultivos con mayor rendimiento por hectárea, lo que significa que, para obtener la misma cantidad de aceite con otro cultivo, necesitaríamos una extensión de tierra mucho mayor y más cantidad de fertilizantes, produciendo una mayor deforestación y huella ambiental. Además, su sustitución supondría, no solo un cambio en la formulación de los productos, sino una gran inversión en I+D para lograr que otro aceite tuviese el mismo nivel de productividad y las mismas cualidades que ahora tiene el de palma.
Afortunadamente, esta información está calando en muchas organizaciones ambientalistas que critican los boicots al aceite de palma y coinciden en que la solución pasa por producir de forma sostenible y certificar el cumplimiento de las normas y las buenas prácticas medioambientales y sociales.
Esta es nuestra mejor opción como industria y como sociedad: trabajar para que la producción del aceite de palma se haga de forma sostenible y trazable, apoyar el esfuerzo realizado por los países productores y, por supuesto, certificar que las prácticas sostenibles se están llevando a cabo correctamente.
Por nuestra parte, desde la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, continuaremos trabajando para ser un interlocutor en este debate y hacer llegar a los consumidores información veraz, científica y contrastada sobre este producto.