Importancia del etiquetado de las grasas vegetales: aspectos clave y evolución

Irene Castillo, asesora científica de la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible

Según el Decreto 2484/1967 por el que se aprueba el texto del Código Alimentario Español, las grasas vegetales comestibles son las obtenidas de frutos o semillas, de estado sólido, a la temperatura de 20 grados centígrados, con buen color, limpias, exentas de impurezas y sin actividad a la luz polarizada. Mientras que si estas permanecen en estado líquido, las denominaremos aceites vegetales. Dentro de las grasas y aceites vegetales destacan el aceite de oliva, de girasol, de soja, de palma, de coco, de sésamo, de cacahuete, de arroz, de maíz, de linaza, de cáñamo y de colza (o canola), principalmente.

Como se puede ver en la gráfica 1, según el informe elaborado por  la Agencia de Asuntos Exteriores del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) del mes de junio 2019, la producción y consumo mundial de aceites vegetales está liderada por el aceite de palma 36,3 % y de palmiste 4,2 % (ambos constituyen el 40,5 %), seguidos por el aceite de soja que representa el 27,7 %; después el aceite de colza con un 13,5 % y por último, el aceite de girasol, que supone un 9,5 %.

Como hemos visto anteriormente, la producción de aceite de palma representa el 36,3 % de los aceites vegetales, y los expertos indican que alcanzará un nuevo valor récord en el periodo 2019-2020, con 75,5 millones de toneladas. Indonesia y Malasia representan el 84,4 % de la producción mundial de aceite de palma con 43 y 20,7 millones de toneladas respectivamente.

Los datos del informe de la USDA muestran que la producción de aceite de palma en Indonesia ha aumentado en 20 millones de toneladas en los últimos 10 años. Por el contrario, en Malasia la producción se ha mantenido estable. Las cifras de consumo mundial de aceite de palma nos indican que este representa el 36,5 % del consumo total de aceites vegetales, siguiendo una trayectoria creciente. Esas cifras sobre el consumo de aceite de palma hacen referencia a aquel que se destina para el consumo humano (52,4 millones de toneladas) y para la industria de biodiésel (21,8 millones de toneladas). En cuanto al consumo por zona geográfica se encuentra muy repartido: 13,3 millones de toneladas en Indonesia, 11 millones de toneladas en India y la Unión Europea y China, cada una con 7 millones de toneladas.

Viendo estos datos podemos afirmar que el elevado consumo y producción de aceite de palma y palmiste a nivel mundial es un hecho, por lo que es de gran importancia que su correcta obtención y posterior etiquetado permitan proporcionar información adecuada sobre el mismo a los consumidores, ya que el papel de este producto es crucial, tanto como ingrediente en alimentación humana y animal, como en productos de cosmética e higiene personal y de limpieza.

El etiquetado de estos ingredientes, grasas y aceites vegetales ha variado con el paso de los años porque se han ido introduciendo modificaciones para que la información que se proporciona al consumidor sea más completa.

Actualmente en la Unión Europea el etiquetado de las grasas se rige por el Reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, con sus correspondientes modificaciones que se explicarán a continuación.

  • Reglamento Delegado 1155/2013 que modifica el Reglamento 1169/2011 en lo referente a la información sobre la ausencia o la presencia reducida de gluten en los alimentos.
  • Reglamento Delegado 78/2014 que modifica el Reglamento 1169/2011 en lo referente a determinados cereales que causan alergias e intolerancias y alimentos con fitosteroles, ésteres de fitosterol, fitostanoles o ésteres de fitostanol añadidos.
  • Reglamento de Ejecución 1337/2013 que establece disposiciones de aplicación del Reglamento 1169/2011 sobre a la indicación del país de origen o del lugar de procedencia para la carne fresca, refrigerada o congelada de porcino, ovino, caprino y aves de corral.
  • Reglamento de Ejecución 828/2014 relativo a los requisitos para la transmisión de información a los consumidores sobre la ausencia o la presencia reducida de gluten en los alimentos.
  • Reglamento de Ejecución 2018/775 que establece disposiciones de aplicación del artículo 26, apartado 3, del Reglamento 1169/2011 en lo que se refiere a las normas para indicar el país de origen o el lugar de procedencia del ingrediente primario de un alimento.
  • Corrección de errores del Reglamento de Ejecución 2018/775 que establece disposiciones de aplicación del artículo 26, apartado 3, del Reglamento 1169/2011 en lo que se refiere a las normas para indicar el país de origen o el lugar de procedencia del ingrediente primario de un alimento.

Por lo tanto, podemos ver cómo el Reglamento 1169/2011 ha sido modificado para así introducir mejoras en la información que se facilita al consumidor.

En lo referente al etiquetado de las grasas y aceites vegetales, el Reglamento 1169/2011 establece que los aceites refinados de origen vegetal, entre los que se incluye el aceite de palma, podrán agruparse en la lista de ingredientes con la designación «aceites vegetales», seguidos inmediatamente de una lista de indicaciones de origen específico vegetal, y podrán ir seguidos de la indicación «en proporción variable». Si se agrupan, los aceites vegetales se incluirán en la lista de ingredientes en función del peso total de los aceites vegetales presentes.

En el caso del aceite de palma, desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), indican que si se utiliza este producto en la fabricación de un alimento, deberá figurar en la lista de ingredientes como tal. El Reglamento 1169/2011, sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, del que hemos hablado anteriormente, obliga desde diciembre del 2014 a que en todos los productos comercializados desde esa fecha, figure la designación «aceites vegetales» o «grasas vegetales», seguidos inmediatamente de indicaciones de origen específico vegetal. Por lo que si el alimento contiene aceite de palma como ingrediente, obligatoriamente esa mención deberá figurar en el etiquetado del producto.

¿Qué es lo que nos depara en un futuro el etiquetado del aceite de palma?

El aumento de la demanda de este ingrediente y el impacto medioambiental asociado a su producción puso de manifiesto la necesidad crear una certificación sostenibilidad: el estándar Roundtable on Sustainable Palm Oil (RSPO). Es decir, esta certificación se ha concebido con el objetivo de promover el crecimiento y uso de productos elaborados con aceite de palma sostenible a través de estándares globales y el compromiso de los actores involucrados en la cadena, de tal manera que se asegure la trazabilidad y seguridad de las cadenas de suministro proporcionando así evidencias del uso de fuentes sostenibles.

Dentro de ese compromiso con la sostenibilidad, podemos destacar tres niveles de certificación RSPO:

  1. Identidad Preservada: Asegura que el aceite de palma está certificado y su pertenencia a la RSPO. El aceite de cada uno de los proveedores permanece separado físicamente de otra fuente de aceite de palma a través de la cadena de suministro. La trazabilidad en este caso es total.
  1. Segregado: Esta modalidad permite la mezcla de aceite de palma procedente de diferentes fuentes, pero siempre es de empresas que pertenecen a la RSPO, estando separado físicamente del aceite de palma que no está certificado. En este caso la trazabilidad es media.
  1. Balance de Masas: Consiste en una mezcla de aceite certificado y no certificado, que no es trazable hasta la fuente, por lo que, de esa mezcla, se venderá una cantidad de aceite balance de masas correspondiente a la de aceite certificado que hay en la mezcla. Esta modalidad apoya la producción de aceite certificado de manera imprecisa.

Es decir, con esta clasificación podemos ver que desde que se implantó la certificación RSPO, el sector está tomando una serie de acciones que le permiten seguir con la producción de este ingrediente, que es de gran importancia para la industria, sin tener un impacto medioambiental que comprometa los recursos del planeta.

Hay que tener en cuenta que el uso de aceite de palma como ingrediente, tanto en alimentación humana como animal, es un hecho, y esto es gracias a sus propiedades, pues es un gran aliado para conseguir determinadas texturas y durabilidad en los alimentos para humanos. Asimismo, es una fuente grasa con un gran valor para la alimentación animal, y por supuesto, es un componente habitual en cosmética y productos de higiene por sus características físico-químicas.

Actualmente en Europa son pocos los productos (por no decir casi ninguno) que incluyen el certificado de sostenibilidad del aceite de palma en el etiquetado. Pero, ¿cuál es el motivo por el que ocurre esto?, porque al tratarse de información de interés para el consumidor debería ser imprescindible…

La polémica reside en lo siguiente: el aceite de palma se asocia a la deforestación, a la pérdida de biodiversidad y de orangutanes, entre otras cosas, y esto es debido a la gran desinformación que hay hoy en día.

Sin embargo, la certificación de sostenibilidad RSPO es una garantía de que el aceite que se comercializa bajo ese sello, proviene de cultivos que siguen una serie de criterios ambientales y sociales que aseguran el respeto de los derechos de las comunidades locales, y que ningún bosque primario o de alto valor ecológico ha sido deforestado para la producción de aceite de palma desde noviembre de 2005.

En ese caso, como consumidores, la presencia de este sello (que es un certificado de sostenibilidad) en el etiquetado debería ser de elevado interés, ya que nos informa sobre la procedencia del aceite de palma entre otras cosas y, por lo tanto, nos estaría asegurando que es respetuoso con el medio ambiente y la biodiversidad.

Finalmente, podemos afirmar que el aceite de palma es una fuente de grasa de elevado consumo y producción a nivel mundial, cuya demanda se prevé que aumente en los próximos años, por lo que su correcta obtención y etiquetado es crucial para que los consumidores nos sintamos cómodos consumiendo un ingrediente con un pasado oscuro pero con un futuro brillante.

Como cierre a este artículo es importante hacer referencia a las recientes conclusiones del Consejo de la Unión Europea que impulsan las certificaciones de sostenibilidad de materias primas importadas, como es el caso del aceite de palma, ya que es un hecho que esperamos se haga pronto realidad en beneficio del medioambiente y del consumidor.