Menos presión para el aceite de palma

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha actualizado recientemente los límites establecidos a las sustancias que se forman durante las altas temperaturas alcanzadas en la desodorización de aceites vegetales y otros alimentos, principalmente presentes en el aceite de palma. Es el caso del glicidol, 3-MCPD y 2-MCPD que se generan en la refinación, un proceso trascendental con el que se consigue un aceite comestible en condiciones de seguridad y calidad.

En su nuevo informe, de 10 de enero de 2018, la EFSA ha revisado los niveles de seguridad de 3-MPCD para incrementarlos desde los 0,8 microgramos por kilogramo de peso corporal hasta un límite de 2 microgramos. Se acerca así a la posición del Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios JEFCA, que recomienda un límite máximo de 4 microgramos por kilogramo de peso y día. En 2016, EFSA había sido más restrictiva en los límites de 3-MCPD de lo que recomienda en este último informe, a la vez que reconocía que la industria había reducido a la mitad el riesgo de exposición entre 2010 y 2015.

Desde la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, su presidente, Roberto Torri,  afirma que “consideramos positivo el avance que supone esta nueva opinión de la EFSA que no hace sino afirmar la confianza en el sistema de evaluación del riesgo y de la seguridad alimentaria del sistema europeo, del más alto grado de protección del consumidor, y de la seguridad jurídica para los operadores alimentarios”.

Una vez conocida la opinión científica de la EFSA, la Comisión Europea, junto con los Estados miembros, deben evaluar la situación y, en su caso, legislar con los correspondientes límites.

Un aceite versátil y de gran valor

“El aceite de palma sobresale por ser muy versátil, por lo que es utilizado como materia prima en gran cantidad de alimentos”, apunta Torri. “Entre las razones que lo explican se puede destacar que contribuye a la palatabilidad, estabilidad térmica, resistencia a la oxidación y textura. No hay otra grasa vegetal que sea naturalmente sólida a temperatura ambiente y que proporcione las características del aceite de palma. Garantiza una mayor conservación de los alimentos y permite así reducir los desperdicios, además de proporcionar propiedades como textura cremosa y crujiente, o facilidad a la hora de untarse”.

Asimismo, el aceite palma registra el mayor volumen de producción de todos los aceites vegetales, pues una palmera produce 40 kilogramos de aceite de palma al año. En 20 años, su producción mundial se ha cuadriplicado, pasando de 15,2 millones de toneladas en 1995 a 62,6 millones de toneladas diez años después.