A finales del pasado mes de mayo finalizó el ciclo de reuniones organizadas por la Unión Italiana para el Aceite de Palma Sostenible, cuyo objetivo era estimular la conciencia y el diálogo constructivo sobre los desafíos relacionados con el desarrollo sostenible de la cadena de suministro del aceite de palma. La tercera y última reunión tuvo como tema central el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 (ODS 12), el cual trata sobre garantizar modelos de producción y de consumo sostenibles. Dicho ODS pone de manifiesto que no hay producción duradera sin un consumo consciente y crítico, por lo que el compromiso de las empresas con los procesos de producción responsable se fortalece y consolida si los ciudadanos son conscientes social y ambientalmente.
Profundizando en las ponencias que tuvieron lugar en el evento, cabe destacar la participación de Ruben Brunsveld, Director Adjunto de Europa, Oriente Medio y África (EMEA) de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO). Durante su intervención trató de dar respuesta a cuestiones como la importancia que tiene informar correctamente a los consumidores sobre temas como la sostenibilidad, el medioambiente y las declaraciones verdes, y sobre cómo se relaciona la certificación voluntaria de sostenibilidad del aceite de palma según el estándar RSPO con las nuevas disposiciones del Reglamento sobre Deforestación importada (EUDR).
Antes de responder a estas cuestiones, el ponente hizo hincapié en algunos aspectos relevantes para poder entender dicha respuesta. En primer lugar, ¿qué significa el término aceite de palma sostenible para RSPO? Implica comportarse de forma ética y transparente; operar legalmente; optimizar la productividad, la eficiencia, los impactos positivos y la resiliencia; respetar las comunidades y los derechos humanos; apoyar la inclusión de los pequeños agricultores; respetar los derechos de los trabajadores; y proteger, conservar y mejorar los ecosistemas y el medio ambiente. Es decir, según los principios de RSPO, el aceite de palma es sostenible cuando se produce sin generar deforestación, sin establecer nuevas plantaciones en la turba, sin usar fuego, y protegiendo los derechos laborales y humanos.
Según el experto, actualmente Europa lidera el camino para el consumo sostenible, y por lo tanto la producción, de aceite de palma. Los datos más recientes revelan que el 93 % de todo el aceite de palma importado en Europa para alimentación, piensos, cosméticos y productos de limpieza es sostenible, y el 46 % de la producción mundial de aceite de palma certificado sostenible se exporta a Europa. En este contexto, la importación y exportación de aceite de palma y derivados se va a ver afectada por el nuevo Reglamento de Deforestación de la UE (EUDR) cuyo objetivo es minimizar la contribución de la Unión Europea a la deforestación y degradación forestal en todo el mundo.
A pesar de la importancia de este Reglamento para ayudar a abordar la contribución de la Unión Europea a la deforestación global, según el representante de RSPO existen algunas lagunas de carácter administrativo y de control, las cuales es necesario cubrir cuanto antes. Por su parte, RSPO como entidad certificadora de la sostenibilidad manifestó su capacidad para ir más allá de los requisitos mínimos legales que establece el Reglamento EUDR de muchas maneras. Por ello, RSPO se ofreció a las entidades afectadas por el nuevo reglamento para ayudarlas a obtener información y contactos a lo largo de la cadena de suministro, y para ser una voz representativa en la Unión Europea.
Posteriormente, intervino Michele Antonio Fino, Profesor en la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Pollenzo. Durante su ponencia hizo referencia a la Propuesta de Directiva sobre Reclamos Verdes del 22 de marzo de 2023, la cual se sustenta en un estudio que recoge diferentes estrategias para empoderar a los consumidores y que puedan desempeñar un papel activo en la transición ecológica. Ese estudio además evaluó 232 etiquetas ecológicas activas en la Unión Europea y examinó su verificación, revelando que la verificación de la mitad de las etiquetas era débil o no se había realizado siquiera. En conclusión, los consumidores no distinguen entre las etiquetas regidas por sistemas de certificación de terceros y las basadas en “auto-certificaciones”, es decir, no verificadas por terceros.
Así mismo, según el profesor Michele Antonio Fino, para que una declaración ambiental se considere sólida, la información utilizada para fundamentar las afirmaciones ambientales a las que hace referencia debe incluir datos específicos que hagan mención a su contribución significativa al medioambiente. Por lo tanto, las afirmaciones ambientales explícitas realizadas en las etiquetas ambientales deben basarse en un esquema de certificación.
Para concluir su presentación, el profesor habló brevemente de los esquemas de certificación voluntaria. Dichos esquemas cuentan con unas directrices cuya finalidad es lograr que estos sean más efectivos al hacer más claros sus requisitos, aumentando así las oportunidades de mercado y reduciendo los costes para los agricultores y los productores. Además, proporcionan a los consumidores información fidedigna sobre los productos y garantizan el cumplimiento de las normas del mercado interior de la Unión Europea. En lo que respecta a las directrices relacionadas con las etiquetas de los alimentos, el experto recalcó que estas no pueden inducir a error, ni hacer afirmaciones falsas sobre las propiedades de un producto y ni hacer publicidad que desacredite la seguridad de otros productos.
Este encuentro también fue una oportunidad para presentar el proyecto impulsado por Cittadinanzattiva sobre “Nutrición sostenible y lucha contra el desperdicio”, cuyo eje central es concienciar a los consumidores sobre temas como la alimentación sostenible, la importancia de las cadenas de suministro certificadas y la reducción del desperdicio alimentario. Tiziana Toto, Gerente de Política del Consumidor y Cinzia Pollio, Directora de Proyectos en Cittadinanzattiva, explicaron que el proyecto mencionado anteriormente comenzará en junio de 2023 y durará hasta el mes de diciembre de ese mismo año, e involucrará a diferentes actores del sistema alimentario y a los consumidores de la región de Puglia. Por lo tanto, el objetivo general del proyecto es contribuir a la promoción de modelos de producción y consumo sostenibles desde el punto de vista social, económico y ambiental, en línea con lo establecido en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12 de la Agenda 2030 de la ONU que trata sobre la producción y el consumo responsable.
El proyecto “Nutrición sostenible y lucha contra el desperdicio” además cuenta con unos objetivos más específicos, como sensibilizar a los consumidores sobre la importancia de valorar positivamente la producción sostenible en sus elecciones de consumo y adoptar comportamientos anti-desperdicio. Así como mejorar las cadenas de suministro sostenibles, promover el concepto de nutrición sostenible y fomentar el consumo responsable y la lucha contra el desperdicio.
En conclusión, esta última jornada recalcó una vez más la importancia que tiene comunicar e informar correctamente a los consumidores en lo que respecta al aceite de palma para poder pasar de la desinformación al consumo consciente.
Irene Castillo
Asesor científico