Luis Guijarro. Periodista medioambiental.
El pasado mes de diciembre, la European Sustainable Palm Oil, ESPO, presentó el informe ‘Making sustainable palm oil the norm in Europe’, en colaboración con la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, en el que se analizaba el progreso en la importación y utilización de aceite de palma sostenible en Europa, así como las iniciativas nacionales para impulsar esta modalidad de aceite de palma en Europa.
Según los datos publicados por ESPO en su informe, en términos absolutos, en el año 2016 se produjeron 58,9 millones de toneladas de aceite de palma en el mundo, de las que Europa importó 7,07 millones. De esta importación, 3,7 millones de toneladas fueron utilizadas para la industria alimentaria y 3,4 millones para el sector de la energía. Sin embargo, esta última parte no se evalúa en el informe porque responde a un sistema de certificado de sostenibilidad diferente, regido en este caso por la Directiva de Energía Renovable (RED).
El informe revela que 2016 ha sido un buen año para el aceite de palma sostenible ya que el 60% del aceite de palma importado para la alimentación en Europa cuenta con certificación oficial de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible, RSPO por sus siglas en inglés.
Pese a los desafíos específicos que implican estas cifras para algunos países, el documento concluye que la tendencia es positiva pues la cantidad de aceite de palma sostenible utilizada para la industria alimentaria creció en 2016 un 24,6% con respecto al año anterior.
Estos datos certifican que Europa desempeña un papel clave en el mercado de aceite de palma al ser uno de los tres principales importadores. Países Bajos, Alemania, España e Italia tienen un especial protagonismo como importadores y como distribuidores de aceite de palma en el mercado europeo.
De lo que no se puede huir, como se ha demostrado, es que tradicionalmente los efectos de determinadas plantaciones agroforestales, entre las que se encuentra la palma, tienen una vinculación directa con la deforestación de las selvas tropicales y su amenaza para la biodiversidad y las poblaciones que los trabajan.
Además, el uso indiscriminado de pesticidas, trampas y vallas eléctricas o el disparo a los animales que entran en los cultivos también ha sido muy perjudicial. La producción del aceite de palma también contribuye a la emisión de CO2 a la atmósfera, sobre todo por la quema de los bosques, ayudando a que se acelere el cambio climático.
A pesar de todo, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en el año 2050 su producción crecerá al menos un 40%, ya que la población mundial superará los 9.000 millones de personas y precisará un 70% más de alimentos.
Para solucionar parte de los problemas causados por la producción tradicional del aceite de palma, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, se debe certificar la producción del aceite de palma bajo las normas sostenibles de la mencionada Mesa Redonda para el Aceite de Palma Sostenible, RSPO, que se creó en 2004 e integra a empresas del sector y ONG. Actualmente es el único organismo que promueve un estándar de sostenibilidad respecto a la industria del aceite de palma. Como parte de miembros de la RSPO, las compañías pertenecientes a esta asociación no deberían desarrollar nuevas plantaciones en áreas forestales que hayan sido deforestadas después del año 2005 y no deberían utilizar las quemas como método para aclarar las zonas forestales.
RSPO también ha desarrollado un conjunto de criterios ambientales y sociales que las empresas deben cumplir para producir aceite de palma sostenible certificado (CSPO). Cuando se aplican correctamente estos criterios se puede ayudar a minimizar el impacto negativo del cultivo de palma de aceite en el medio ambiente y en las comunidades de las regiones productoras. En sólo 14 años, alrededor del 20 por ciento de la producción mundial de aceite de palma sostenible ya está certificado por la RSPO.
¿Qué significa la etiqueta aceite de palma sostenible? En su definición encontramos la respuesta: desde su origen, la palma aceitera produce aceite respetando la biodiversidad, la calidad del agua, los derechos de los nativos, contribuye lo mínimo posible a la emisión de gases de efecto invernadero y evita la deforestación de áreas con alto valor ecológico. Sin duda alguna, la producción y su uso sostenible ayudaran a mantener o mejorar los valores biológicos, ecológicos y sociales en los países de origen.
Este sistema de producción hace suyo el concepto “desarrollo sostenible”, que presentó en 1987 la Comisión Mundial Para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU, al que definió como el tipo de desarrollo que “satisface las necesidades de la generación actual sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
En estos momentos el cultivo de la palma aceitera (Elaeis guineensis) proporciona el aceite vegetal más utilizado en el mundo. Un gran rendimiento que encaja en un mundo que tiene las superficies limitadas para el cultivo. Según la FAO, el 70 por ciento de la tierra disponible dista mucho de ser ideal para la producción agrícola y sólo el 11 por ciento de los suelos del mundo están libres de limitaciones serias para el uso agrícola.
Una gran producción rapidamente nos lleva a pensar que conlleva una gran superficie de cultivo. Sin embargo, entre los principales cultivos de semillas oleaginosas, el aceite de palma representa el menor porcentaje (6,6 por ciento) de todo el terreno cultivado de aceites y grasas a nivel mundial, unos 17 millones de hectáreas, pero produce el mayor porcentaje (38,7 por ciento) de la producción total. Utiliza menos de la mitad del terreno que requieren otros cultivos (como el aceite de girasol, soja o colza) para producir la misma cantidad de aceite.
La palma de aceite es un cultivo perenne que comienza a producir frutos de palma para el aceite unos tres años después de la siembra y tiene una vida productiva continua de 25-30 años. Además, con un rendimiento total de 4,5 t (4 t de aceite de palma y 0,5 t de aceite de semilla de palma) por hectárea, es el cultivo de aceite más productivo del mundo, siendo 10 veces más productivo que el de soja, que produce sólo 0,45 t de aceite por hectárea.
Por tanto, si tenemos en cuenta los datos que hemos ofrecido, ahora más que nunca, los gobiernos de los países productores deben apoyar el aceite de palma sostenible. Deben tener muy en cuenta que continuamente se pide la sustitución del aceite de palma por otro aceite vegetal o grasa animal, pero esto requeriría del uso de más superficie de cultivos alternativos que utilizan hasta nueve veces más tierra, de la que carecemos. Este es el momento sin duda para que las empresas compren aceite de palma sostenible, intensifiquen su demanda y lleven a estos países hacia una forma de producción sostenible con muchos beneficios para la biodiversidad y el desarrollo sostenible.